Los servicios gestionados en la nube permiten a las organizaciones externalizar la gestión de sus recursos tecnológicos, enfocándose en sus actividades principales sin preocuparse por los detalles técnicos.

En la práctica, los servicios gestionados en la nube implican que el proveedor se encarga de tareas como la configuración inicial, mantenimiento, actualizaciones de software y seguridad de los sistemas en la nube. Por ejemplo, una empresa que utiliza servicios gestionados no tiene que preocuparse por actualizar su software o monitorear sus servidores, ya que el proveedor se encarga de estas tareas, el cual se encarga de la resolución de problemas técnicos, disponibilidad y funcionamiento correcto de los servicios.

Existen diferentes tipos de servicios gestionados en la nube. La Infraestructura como Servicio (IaaS) proporciona acceso a recursos de infraestructura virtualizada como servidores, almacenamiento y redes. Por ejemplo, una empresa puede alquilar servidores virtuales en lugar de comprar y mantener servidores físicos.

La Plataforma como Servicio (PaaS) ofrece un entorno de desarrollo y despliegue gestionado, permitiendo a los desarrolladores crear aplicaciones sin preocuparse por la infraestructura subyacente. Un ejemplo sería una startup que utiliza una plataforma en la nube para desarrollar y lanzar su aplicación sin tener que gestionar servidores o bases de datos.

El Software como Servicio (SaaS) es otro modelo común donde los proveedores gestionan y ofrecen aplicaciones completas a través de la nube, accesibles para los usuarios vía internet. Por ejemplo, una empresa puede usar aplicaciones como Microsoft Office 365 o Google Workspace sin tener que instalar y mantener el software localmente.

Los servicios gestionados en la nube permiten una reducción de costos operativos, una escalabilidad según la demanda del negocio, así como una mejora de la seguridad y el cumplimiento normativo. Al delegar la gestión técnica a proveedores externos, las organizaciones pueden optimizar sus recursos internos para impulsar la innovación y el crecimiento estratégico. Por ejemplo, una empresa puede invertir más en desarrollo de productos o marketing en lugar de gastar recursos en la gestión de su infraestructura de TI.